FArtículo | Chantajismo emocional


 Manipuláme que me gusta

 Yo soy una persona manipuladora. Siempre me estoy metiendo en la vida de la gente que quiero, y a veces en la de cualquiera, dando sugerencias y opiniones. 
 En los últimos años he aprendido a no hacerlo si no me lo piden, porque antes era tremendo. He de decir que mi emocionalitud ha tenido muchos altibajos, digamos que tengo cierta fragilidad emocional, lo que no implica que sea un tipo frágil. 
Por suerte he descubierto los motivos y estoy haciendo por mejorar esta situación y que no me pase que cualquier ataque emocional me desestabilice por completo.   Generalmente en estas ocasiones sucede que alguien a quien yo valoro me dice algo en plan sugerencia que generalmente va dirigido a mi ego. 
 El Ego, esa cosa que nadie quiere tener, pero siempre usa para criticar a otros. Sos un egoista!. No soporto tu ego!. Solo pensás en vos mismo!.
 Ojalá todos mimáramos un poco mas nuestro ego, porque quererse y aceptarse a uno mismo está muy bueno y poder reconocer a nuestro Ego como propio y existente, también esta bueno para valorar a los demás.

 Todos en algún momento utilizamos algún tipo de chantaje emocional. La manipulación está presente cuando intentamos controlar a alguien, aunque todo lo hagamos creyendo que es por su bien. Detrás de la manipulación hay una búsqueda de poder ante la inseguridad que se siente frente al otro. 
 Lo que el chantajista emocional trata, es de tocar alguno de los puntos débiles y así siente que lleva las riendas de la relación y le aporta una agradable sensación de seguridad. Algunos chantajes son más inofensivos, otros más retorcidos. Algunos no implican daño para la otra persona, mientras que otros pueden resultar muy destructivos. 

 El abuso físico o verbal pueden ser manifestaciones extremas de manipulación, en los que el objetivo es anular la autoestima, pero la manipulación siempre es cosa de dos. Para que alguien se imponga en una relación es preciso que haya quien lo acepte. En muchos casos se trata de un encuentro de necesidades. 
Para ello se pueden emplear estrategias tan diversas como: 

El castigo: Se amenaza, de manera directa o implícita, que si no se realiza lo que uno desea habrá que atenerse a las consecuencias. 
El autocastigo: Dañarse a uno mismo para hacer sentir culpable al otro. 
Las promesas: Se ofrecen promesas maravillosas a cambio de que se acate la propia voluntad, pero no siempre se cumplen. 
El silencio: Supone una manera fría de mostrar la calentura, en que el otro siente que sólo si cede logrará mejorar el clima relacional. 
Hacerse la víctima: Es una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpabilidad. Pobrecito yo.
Dar para recibir: En ocasiones dar u ofrecer cosas se utiliza para atar. 
Culpabilizar: Constantes eproches o comentarios críticos para que alguien se sienta culpable y así corrija su comportamiento. 

Cómo Detectar la manipulación

 El mensaje manipulador puede expresarse mediante palabras o actitudes, pero siempre  viene con una sensación de amenaza o exigencia. Escuchar las propias sensaciones y sentimientos ante los mensajes que recibimos es una buena fórmula para detectar cuándo somos víctimas de un chantaje emocional. 
 Por lo general, la manipulación nos hace sentir que estamos en una situación que no tiene fácil salida. Si accedemos a la petición debemos renunciar a nuestros deseos o necesidades, mientras que si no lo hacemos aparecen sentimientos de culpabilidad o miedo a ser rechazados o a que la otra persona se enoje. Cuando una persona no cede puede obtener consecuencias negativas, como ser calificada de egoísta, interesada o insensible, o recibir algún tipo de castigo o una actitud despreciativa. 
 Los juegos de dominación más intrincados son los de doble mensaje. Detrás de la petición legítima se esconden fines subterráneos que responden al propio interés.  Un aprendizaje importante es el mejorar la comunicación para aclarar malentendidos o situaciones confusas. 
Las manipulaciones dejan de tener poder si las reconocemos y le contamos a quien la ejerce como nos sentimos. 

Lectura: Santiago 4:1-3(b) Basado en un artículo de: Cristina Llagostera, en una adaptación del Dr. Edwin Lemuel Ortiz.