En estos dias me reencontré con mi yo más macho, mas agresivo, salió de repente como un volcán, pero pude contenerlo.
Resulta que estaba en un local y le hablo un pibe, le digo una boludez sobre una amiga, nada raro.
De la nada el man se me pone crocante, pero con ganas. Me agarra del brazo, fuerte y me zarandea.
Puff, sentí un fuego interior, unas ganas de darle una bofetada con la mano bien abierta y con suavidad, porque era suficiente para tumbarlo de jeta al suelo en el estado que iba el chabón.
Sin embargo salí corriendo cual Etelvina a buscar a la Señorita Pichamahuida, y me la traje hasta el lugar de los hechos.
La Señorita Pichahuida de metro ochenta y noventa kilos se puso hablar con el susodicho, lo tranquilizo, y la cosa no pasó a mayores.
Como sea, me sentí muy macho. Estuvo Bueno.